viernes, 18 de julio de 2025

A MODO DE DESPEDIDA Y ACLARATORIA REFLEXIVA

 


Uno de los mayores placeres de la docencia reside en fomentar una involucración profunda con la asignatura, evitando que los estudiantes caigan en el desinterés o el aburrimiento. Precisamente por ello, hace algunos años ideé la asignación "La Pregunta de la Semana", una iniciativa diseñada para romper la monotonía y estimular el pensamiento crítico, desvinculado de la presión de la calificación. Debo confesar que la reciente pregunta sobre la existencia de los ángeles es una novedad de este semestre, siendo la primera vez que la implemento, y me ha gratificado enormemente la reacción que ha provocado en ustedes, llevando a algunos a una reflexión profunda. Llevándome a plantearme, las siguientes reflexiones, sobre la inclusión de la dimensión "angélica" en la asignatura:

Consideraciones Fundamentales en el Ámbito Universitario

Como educador en un entorno universitario, es imperativo mantener una responsabilidad académica rigurosa en el abordaje de todos los temas. Esto implica, en el caso de fenómenos como la creencia en ángeles, adoptar una perspectiva estrictamente académica y no teológica. Nuestro propósito no es validar la existencia de tales entidades, sino comprender las complejas dimensiones psicológicas que subyacen a estas creencias.

Abordar lo "angélico" nos sirve como una lente para explorar aspectos fundamentales de la psique humana que trascienden lo puramente científico-académico, en el sentido más positivista. Esto incluye:

La construcción de creencias y su función en la cognición humana.

Los mecanismos de afrontamiento que los individuos desarrollan frente a la adversidad.

El poder de los arquetipos y las narrativas culturales en la configuración de la experiencia individual.

La fenomenología de las experiencias subjetivas, que, aunque no verificables empíricamente, son psicológicamente significativas.

La influencia de las creencias en la conducta social y las interacciones humanas.

Esta aproximación enriquece la comprensión de la diversidad de la experiencia humana y dota a los futuros psicólogos de una mayor sensibilidad cultural y conceptual para trabajar con individuos y comunidades que sostienen estas creencias.

Desafíos y Riesgos en el Abordaje Académico de Creencias Espirituales

No obstante, la inclusión de temas como la creencia en ángeles en una formación de psicología presenta riesgos inherentes que deben ser gestionados con extrema precaución, dado el esquema científico que rige la disciplina:

Dilución de la Identidad Científica de la Psicología: Uno de los principales peligros radica en la posible confusión entre el estudio psicológico de las creencias (que es un campo científico legítimo) y la validación de la existencia del objeto de esas creencias (que escapa al ámbito científico). Si esta distinción no se enmarca con una claridad y rigurosidad extremas, la identidad científica de la psicología puede verse comprometida.

Pérdida de Rigor Metodológico: La psicología se fundamenta en la observación empírica, la formulación de hipótesis, la replicabilidad y la falsabilidad. La inclusión de temas que no son directamente verificables empíricamente, sin una demarcación metodológica precisa, puede minar la percepción del rigor científico de la disciplina, especialmente en una etapa formativa del estudiantado.

Malinterpretación del Objeto de Estudio: Es crucial reiterar que el objetivo no es investigar a los ángeles, sino las creencias en los ángeles y sus efectos psicológicos, incluyendo su presencia en el imaginario personal y familiar. La falta de nitidez en esta distinción puede generar la impresión de que la psicología incursiona en terrenos metafísicos o teológicos, desvirtuando su enfoque meramente científico y no estrictamente transpersonal o fenomenológico..

Potencial de Sesgos y Subjetividad: El abordaje de temas espirituales puede introducir sesgos significativos, si docentes y estudiantes no mantienen una postura de neutralidad académica y reflexividad crítica. Esto abre la puerta a un proselitismo encubierto, donde la asignatura podría, intencional o involuntariamente, promover ciertas creencias religiosas o espirituales, lo cual es inaceptable en un entorno universitario plural y secular. La falta de distanciamiento crítico puede impedir que los estudiantes diferencien adecuadamente entre una explicación psicológica y una teológica, un aspecto delicado en la salud mental, donde las creencias pueden ser tanto un recurso como una vulnerabilidad.

Dificultades en la Aplicación Práctica y la Profesionalización: La profesión de psicólogo se basa en el uso de prácticas basadas en la evidencia (PBE). Si los estudiantes no comprenden cómo integrar adecuadamente este tipo de conocimiento en su futura práctica podrían darse estas caracterizaciones:

o La transferencia a la práctica clínica podría llevar a intervenciones no éticas o no validadas si el enfoque no es el impacto psicológico de la creencia (ej., cómo la fe en un ángel ayuda a un paciente a afrontar una enfermedad), sino la creencia misma, que pudiera llegar a la consideración en que la intervención “angélica” pudiera influenciar de manera visible algún rasgo evidente de la conducta del asesorado.

o Podría generarse una confusión de roles, difuminando la línea entre el psicólogo y el consejero espiritual o religioso (Chaplain).

o La percepción pública de la profesión podría verse afectada, dañando la credibilidad de la psicología como una ciencia de la conducta y la salud mental.

En suma, aunque el tema de las creencias en ángeles pareciera ofrecer un campo novedoso para el análisis psicológico de la experiencia humana, su consideración académica, debe ser meticulosa, consciente de sus limitaciones y orientada siempre a fortalecer la base científica y ética de la formación del futuro psicólogo.

Y ahora una nota de Kübler-Ross y David Kessler. reseñada en su libro. Sobre el duelo y el Dolor. Así aprenderán quizás, taonadamente, a surfear entre un mar de contradicciones!!

ÁNGELES 

 Una mujer de cuarenta y pocos años se encontraba hospitalizada y su  marido le hacía compañía. Ambos alzaron la vista cuando el sacerdote del  hospital entró en la habitación. Hablaron durante un buen rato del cáncer  que padecía y de los posibles tratamientos. Como su cáncer estaba  avanzado, había muy pocos tratamientos entre los que elegir. La mujer miró  a su marido y luego de nuevo al sacerdote y dijo en un tono tranquilo:

 —Anoche vi ángeles. Nunca había visto ángeles antes.

 —¿Qué aspecto tenían? —le preguntó el sacerdote.

 —Eran preciosos —respondió, con un brillo en la mirada. Miró a su  marido, que ponía cara de escepticismo—. No te preocupes —dijo—,  estarán ahí para ti cuando llegue el momento. Ellos te consolarán.

 El sacerdote se encontró con el médico al salir de la habitación y le  preguntó qué tal estaba la mujer. El médico contó que las opciones eran limitadas, pero le dijo que había un tratamiento experimental que podría  alargarle la vida un poco. Cuando el médico le preguntó al sacerdote qué tal  había ido la visita, éste contestó:

 —Ha visto ángeles.

 El médico bajó la mirada.

 —Eso nunca es buena señal —le dijo al sacerdote.

 —Bueno —respondió el sacerdote—, no en el aspecto médico. Pero  espiritualmente, es perfecto.

 Cuando la mujer falleció, las palabras «ellos te consolarán» fueron  como un cojín para la pena del marido, que le confesó a un amigo cercano:

 «Soy incapaz de describirlo y no quiero que la gente piense que estoy loco, pero puedo sentirlo. En el momento en que ella murió, supe que estaría bien  y, desde ese momento, me he sentido protegido».

 Algunas personas creen en los ángeles, como los ángeles de la guarda,  mientras que otros esperan que existan. En nuestra cultura, hablamos de  ellos de muchas formas: el ángel de la muerte, ángeles a los que rezamos  pidiendo ayuda y apoyo, etcétera. A veces, son sólo una parte de Dios y el  Cielo. Les pedimos que sean amables cuando se lleven a nuestro ser  querido. Les pedimos que nos protejan. Les pedimos que busquen a nuestro  ser querido en el otro mundo. Muchas veces, sólo les pedimos ayuda.

 No es necesario debatir la realidad de su existencia. Están más allá de cualquier entidad que pueda o no demostrarse. Cuando fallece un ser  querido, a menudo nos planteamos su existencia por primera vez. Nos  proporcionan esperanza y nos reconfortan. Forman parte de un sistema de creencias religiosas o espirituales respetadas por muchos. Aunque a muchas  personas les gusta pensar en los ángeles como algo nuevo, podemos  encontrar interpretaciones y referencias a ellos en el libro del Génesis.  Cuando Dios describe la Creación, utiliza el pronombre «yo». Luego, en un  momento dice «nosotros». Muchos interpretan con esto que los ángeles de  Dios existían antes de la Creación.

 Muchos creen que no morimos solos, que los ángeles siempre nos  acompañan. Los niños pequeños suelen hablar de los ángeles como  compañeros de juegos. Les han llamado de todo, desde guías a fantasmas, porque pueden asustar si no se les espera. No importa la etiqueta que les  colguemos, lo importante es comprender que muchas culturas creen que,  desde el momento en que nacemos hasta el final de nuestra existencia física,  los ángeles nos acompañan para ayudarnos con nuestro último suspiro.  Esperarán hasta el final de nuestra existencia física y nos ayudarán en la  transición hacia una existencia puramente espiritual. Estarán ahí para los  que se queden. Así que, de igual forma que no morimos solos, tampoco  pasamos el duelo solos.

 Aunque muchos piensan en los ángeles como en querubines del Cielo,  también aparecen en forma física a través de nosotros y en nosotros. Las  personas a punto de morir y los que han experimentado una pena profunda hablan de cómo un amigo ha sido «un ángel» al llegar justo en el momento  adecuado.

 Dos hermanas, que no tenían una relación demasiado cercana, se  unieron a partir de la pérdida del marido de una de ellas. Una hermana le  dijo a la que estaba de luto: «Nos encantaría que vinieras a vivir con  nosotros durante un tiempo».   Años más tarde, la viuda le contaba a unos amigos: «No me quedé  mucho tiempo, pero cuando ella me ofreció un lugar en el mundo cuando  me sentía tan perdida, me di cuenta de que, en realidad, mi hermana era un  ángel».

 Debemos saber que, cuando la forma física de nuestro ser querido  parte, algo más allá de ellos queda y nos consuela, algo que escapa a   nuestra habilidad de describir o demostrar. En ocasiones, las personas en  duelo dicen: «En los días más oscuros, estoy seguro de que los ángeles me  han ayudado». Es posible que sientan que era su ser querido quien les  consolaba desde un mundo más allá de lo visible. Otras piensan que Dios ha  enviado a los ángeles para demostrarnos que no estamos solos.

 Tu ser querido todavía existe. En el largo camino que ahora recorres a  solas, dispones de compañeros de viaje invisibles.  En el ejercicio del duelo, la gente se siente muy agradecida de recibir  ayuda. Nosotros, como muchos otros, nos hemos sentido mal cuando  alguien nos dice que algo que dijimos en un intercambio de duelo «cambió»  su vida. Nos sentimos mal por no recordar esos momentos que han  cambiado la vida de alguien. Cuando alguien realiza una acción angélica o  pura por otra persona, casi nunca es consciente de ello.

 En la conocida película de Frank Capra Qué bello es vivir, un ángel le  muestra a un hombre lo que sus sencillas pero amables acciones han hecho por los demás y lo terrible que habría sido que él nunca hubiera nacido. La trama secundaria de la película trata de que el ángel consigue sus alas al ayudar al personaje de James Stewart, pero la historia verdadera es que el hombre nunca había sido consciente de cómo algunos momentos de su vida  han sido realmente angélicos para otros. Todos poseemos momentos angélicos que entregamos a los demás. Aparecen como sencillos actos de amabilidad, que pueden parecer no importar mucho, pero consiguen salvar vidas al aliviar la tristeza ajena.

 Aunque los ángeles velan por nosotros, nosotros mismos somos  capaces de ser ángeles para los demás. En medio de una intensa pena, es posible que nos preguntemos: «¿Dónde están mis ángeles?» sin ver a todas las personas angélicas que nos rodean. Es posible que no veamos o sintamos todo el amor que nos traen. Es posible que no comprendamos que,  de hecho, nuestro ángel aparece cuando un amigo o incluso un perfecto desconocido nos dice justo la frase perfecta en el momento perfecto.

 Elliot disfrutaba del golf tras su jubilación. Un día, sufrió un ataque al  corazón en el green y falleció. Su mujer, Connie, se sentía hundida porque su querido marido había fallecido lejos de ella en medio de un campo de golf. «Ojalá supiera que ha tenido una muerte buena. Sé que le encantaba el golf, pero me pregunto qué pensaba sobre morir en el green».  Once meses más tarde, Connie se encontraba abrumada con el trabajo de tener que hacer la declaración de la renta. Descolgó el teléfono y llamó al gestor que aparecía en la agenda de su marido. Antes de poder explicarle que su marido había fallecido, el gestor le dijo:

 —Su marido me dijo que usted era tan buena con el dinero, que un día  se encargaría usted misma de las cuentas.

 —¿Eso dijo de mí? —preguntó ella.

 —Sí —respondió el gestor—. Me dijo que un día recibiría la llamada  de su esposa para hacer la declaración de la renta y que él estaría en el paraíso del golf.

 Como no estaba segura de si el gestor le había dicho eso para  consolarla, le preguntó:

 —¿A qué se refiere con el paraíso del golf?

 —Supongo que significa que le encanta el golf, ya sabe, como ir al  paraíso —respondió el gestor confundido—. Déjeme adivinar, ¿está jugando al golf ahora? —preguntó.

 Connie le contó al gestor que su marido había fallecido. El hombre se  disculpó de forma inmediata por la conversación, pero Connie le dijo que  no pasaba nada. De una manera extraña, sentía que esa conversación era un mensaje de su marido diciéndole que había tenido una muerte buena.  Invadida por una sensación de bienestar y autoconfianza, Connie respiró  hondo y se puso a hacer la renta. No sólo sentía que el gestor, a quien nunca  había conocido, era un ángel disfrazado, sino que también se sintió animada  por su difunto marido.

 Es posible que, en última instancia, la pregunta sea: «¿Qué aspecto  tiene un ángel?». La respuesta es diferente en cada caso, ya que cada dolor  es diferente y cada consuelo también. Para algunos, ver ángeles significa  que sobreviviremos. O es posible que oigamos una voz a través de la  tristeza que nos dé confianza. Es posible que sean nuestros seres queridos  reunidos para apoyarnos. Como en el caso de Connie, el ángel puede ser  incluso un extraño.  Si esperas ver la versión cinematográfica del ángel con alas, te decepcionará. Pero si observas más de cerca a través de tu dolor  determinados momentos de la vida, verás que, sin duda, algunos de ellos  son de naturaleza angélica.

 Los ángeles son algo extraordinario procedente de algo normal y  corriente. En el duelo, los necesitamos más que nunca y siempre acuden en  nuestra ayuda.

Taoly.

Sanchezky




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